Brasil advierte contra un ataque a su legación en Honduras
FRANCHO BARÓN - Río de Janeiro - 23/09/2009
Ni Venezuela, ni EE UU, ni Naciones Unidas, ni la Organización de Estados Americanos (OEA). El presidente depuesto de Honduras, Manuel Zelaya, recurrió a la Embajada de Brasil en Tegucigalpa para refugiarse después de entrar clandestinamente en territorio hondureño. Lo hizo sabiendo que era el mejor lugar para garantizar su seguridad y sin informar previamente de su decisión al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. Tenía claro que no era necesario.
La noticia en otros webs
Horas después de que la noticia saltara, Lula, que se encuentra en Nueva York para asistir a la Asamblea de la ONU, hizo una advertencia al Gobierno de hecho de Roberto Micheletti: “Esperamos que los golpistas no entren en la embajada brasileña. Lo que debería suceder ahora es que los golpistas le den su lugar a quien es el presidente democráticamente electo de ese pueblo. Brasil sólo ha hecho lo que cualquier país democrático haría cuando un ciudadano pide cobijo en su embajada”. De esta manera, Brasil dio ayer su más absoluto respaldo a la permanencia de Zelaya en su legación y dejó claro quién marca el paso, no sólo en Suramérica, sino también algo más al norte.
Según fuentes diplomáticas cercanas a Lula, el presidente brasileño se enteró de la presencia de Zelaya en la embajada una vez que éste ya estaba dentro de las instalaciones. No hubo contactos previos ni peticiones de autorización. Sólo una llamada de un diputado hondureño próximo al presidente depuesto al encargado de Negocios de Brasil en su embajada de Tegucigalpa, Francisco Catunda Rezende, que está al frente de la delegación diplomática desde que el embajador, Brian Michael Neele, fue retirado por Brasilia tras el golpe de Estado de finales de junio. Con este breve contacto telefónico, que se produjo poco antes de la llegada del vehículo que transportaba a Zelaya, el intermediario se limitó a informar del inminente desembarco del mandatario hondureño reconocido por la comunidad internacional.
Rezende autorizó el ingreso de Zelaya en la embajada y poco después entró en contacto telefónico con el Ministerio de Exteriores en Brasilia para pedir luz verde a la permanencia del hondureño en suelo brasileño. La autorización fue dada sin mayor problema porque, según las mismas fuentes, “no se le está concediendo ningún tipo de asilo político al presidente Zelaya, ya que él es el único presidente hondureño que Brasil reconoce. Simplemente se le ha recibido en nuestra embajada”.
Ayer, Lula y su ministro de Exteriores, Celso Amorim, conversaron telefónicamente con Zelaya durante 15 minutos. El líder brasileño le pidió a su homólogo “calma y tranquilidad” y que evite incitar a sus partidarios a protestas violentas para “no comprometer su integridad física ni la seguridad de la embajada”. Zelaya le contó a Lula que estaba agotado tras su periplo y le agradeció su apoyo.
Lula será hoy el primer líder que intervendrá en la Asamblea General de la ONU y está previsto que haga mención a la rocambolesca situación de Manuel Zelaya. El líder brasileño, que ya ha exigido en varias ocasiones la restitución del presidente electo de Honduras, pedirá ante más de 120 líderes una acción más contundente ante la situación que vive el país centroamericano desde hace casi tres meses. De esta manera, Brasil suma a su ya indiscutible liderazgo político, económico y militar en Suramérica una nueva faceta de árbitro o mediador indispensable en los contenciosos latinoamericanos.
Brasil advierte contra un ataque a su legación en Honduras
FRANCHO BARÓN - Río de Janeiro - 23/09/2009
Ni Venezuela, ni EE UU, ni Naciones Unidas, ni la Organización de Estados Americanos (OEA). El presidente depuesto de Honduras, Manuel Zelaya, recurrió a la Embajada de Brasil en Tegucigalpa para refugiarse después de entrar clandestinamente en territorio hondureño. Lo hizo sabiendo que era el mejor lugar para garantizar su seguridad y sin informar previamente de su decisión al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. Tenía claro que no era necesario.
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Horas después de que la noticia saltara, Lula, que se encuentra en Nueva York para asistir a la Asamblea de la ONU, hizo una advertencia al Gobierno de hecho de Roberto Micheletti: “Esperamos que los golpistas no entren en la embajada brasileña. Lo que debería suceder ahora es que los golpistas le den su lugar a quien es el presidente democráticamente electo de ese pueblo. Brasil sólo ha hecho lo que cualquier país democrático haría cuando un ciudadano pide cobijo en su embajada”. De esta manera, Brasil dio ayer su más absoluto respaldo a la permanencia de Zelaya en su legación y dejó claro quién marca el paso, no sólo en Suramérica, sino también algo más al norte.
Según fuentes diplomáticas cercanas a Lula, el presidente brasileño se enteró de la presencia de Zelaya en la embajada una vez que éste ya estaba dentro de las instalaciones. No hubo contactos previos ni peticiones de autorización. Sólo una llamada de un diputado hondureño próximo al presidente depuesto al encargado de Negocios de Brasil en su embajada de Tegucigalpa, Francisco Catunda Rezende, que está al frente de la delegación diplomática desde que el embajador, Brian Michael Neele, fue retirado por Brasilia tras el golpe de Estado de finales de junio. Con este breve contacto telefónico, que se produjo poco antes de la llegada del vehículo que transportaba a Zelaya, el intermediario se limitó a informar del inminente desembarco del mandatario hondureño reconocido por la comunidad internacional.
Rezende autorizó el ingreso de Zelaya en la embajada y poco después entró en contacto telefónico con el Ministerio de Exteriores en Brasilia para pedir luz verde a la permanencia del hondureño en suelo brasileño. La autorización fue dada sin mayor problema porque, según las mismas fuentes, “no se le está concediendo ningún tipo de asilo político al presidente Zelaya, ya que él es el único presidente hondureño que Brasil reconoce. Simplemente se le ha recibido en nuestra embajada”.
Ayer, Lula y su ministro de Exteriores, Celso Amorim, conversaron telefónicamente con Zelaya durante 15 minutos. El líder brasileño le pidió a su homólogo “calma y tranquilidad” y que evite incitar a sus partidarios a protestas violentas para “no comprometer su integridad física ni la seguridad de la embajada”. Zelaya le contó a Lula que estaba agotado tras su periplo y le agradeció su apoyo.
Lula será hoy el primer líder que intervendrá en la Asamblea General de la ONU y está previsto que haga mención a la rocambolesca situación de Manuel Zelaya. El líder brasileño, que ya ha exigido en varias ocasiones la restitución del presidente electo de Honduras, pedirá ante más de 120 líderes una acción más contundente ante la situación que vive el país centroamericano desde hace casi tres meses. De esta manera, Brasil suma a su ya indiscutible liderazgo político, económico y militar en Suramérica una nueva faceta de árbitro o mediador indispensable en los contenciosos latinoamericanos.
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